“La radio siempre va a existir, porque como dice mi manager, Fernando Schiantarelli, mientras haya pobreza, mientras haya trabajo duro y soledad, ahí estará la radio.”
Pocas carreras como la de Ricardo Sánchez, el Mandril, muestran un ascenso tan meteórico. Desde sus humildes orígenes en una familia de bajos recursos económicos en el estado mexicano de Veracruz, hasta convertirse una figura adorada por sus escuchas, pero sobre en influyente personalidad de la radio, quizá el momento más conocido del Mandril sea encabezando las protestas de 2006 en California contra las iniciativas antiinmigración, de la mano de los organizadores —una actividad que incluso lo llevó a ser objeto de estudio en libros académicos— otros dirían que sería mejor recordarlo en su actividad normal, cualquier día en la cabina de Radio Centro, haciendo bromas, haciendo conexión con sus cientos de miles de radioescuchas que encuentran en él no sólo un compañero a lo largo del día, sino también una fuente de energía. Pero para muchos, el momento representativo de su genio e identidad fue el día que tronó contra el pre-candidato republicano Donald Trump. “(Tener) un presidente como Trump sería como darle una pistola cargada a un mono», dijo a mediados de 2015 al aire, «pero una pistola que disparara bombas atómicas”.
No fue simplemente lo pintoresco de la metáfora lo que hizo que el diario The New York Times, entre otros, recogieran su declaración. Ricardo Sánchez es el nuevo rey (¿mandril?) de la radio latina en Estados Unidos, y también uno de los locutores más queridos. Nacido en Poza Rica, Veracruz, Sánchez fue el último de diez hermanos. “Creo que fue en parte gracias a ello que no tuve tantos sufrimientos como el que pasaban mis hermanos”, comenta Ricardo. “Mi papá dejó a mi mamá cuando yo tenía apenas unos cuantos meses de edad. Mi infancia fue dura pero eso me ha servido para estar curtido” La familia Sánchez se mudó a la ciudad de México en busca de mejores oportunidades.
Uno de los primeros empleos del Mandril fue vendiendo jugos de naranja de puerta en puerta. “Eran unos jugos de naranja muy raros, porque la señora nos obligaba a hacer trampa; en la noche picábamos las naranjas y las arrojábamos a tinas con agua para que la absorbieran y saliera más jugo en la mañana, aunque quedaban muy desabridos. También me tocó pintar pollos de amarillo para que se vieran frescos”.
Entre todas estas peripecias, cuando Ricardo tenía 17 años sus hermanos ya estaban estudiando carreras y en otros casos trabajando. Ricardo recuerda que dos de sus hermanas estudiaban Ciencias Marítimas en Ensenada, Baja California, y durante una visita al hogar familiar, llevaron como invitada a quien pronto se convertiría en su esposa. “Duré quince días de novio y de ahí fui de inmediato a Baja California a pedir su mano a sus padres”, recuerda. Por eso se fue a Ensenada a buscar trabajo. Nada escapó a sus ganas y buena disposición de salir adelante: fue pintor de casas, barnizador de muebles. Vivía en la colonia Loma Linda, y recuerda cómo fue comprando silla por silla hasta completar un comedor. “He conservado esas sillas en todas las estaciones donde he trabajado, para recordar de dónde vengo y para saber que tengo un compromiso social”. Por último, Ricardo fungió como conserje en una escuela secundaria de aquella ciudad. “Era una escuela para niños ricos”, recuerda el Mandril, “y me tocaba abrir la puerta de la institución; a los niños más influyentes que llegaban tarde tenía que abrirles a la hora que llegaran, a la hora que ellos quisieran. En alguna ocasión le pregunté a uno de los chamacos más ricos qué hacía su padre, y me respondió que era gerente de una estación de radio en Ensenada”. Como su esposa iba a dar a luz y no tenía seguro social, le pidió al joven que hablara con su papá para conseguir un trabajo formal en la estación. “Me puso como condición que le consiguiera copias de los exámenes de Matemáticas, Física, Química y Español. Así que me metí a la dirección de la escuela, saqué copias y al día siguiente ya estaba yo entrevistandome en la estación de radio. Mi primer trabajo fue para trapear los pisos, pero en cuanto vi el micrófono y las cabinas, supe que aquello iba a ser mi vida”.

Nace el Mandril
El Mandril comenzó su vida en la radio de una manera inesperada: limpiando los pisos. Pero su espíritu inquieto no tardó en hacerse presente. Observando a los agentes de venta, al poco tiempo pidió una oportunidad al gerente de la radio para también vender publicidad; no transcurrió mucho para que se convirtiera en uno de los agentes más exitosos, gracias a su facilidad de palabra y buen trato con la gente. Después vino la primera oportunidad real tras el micrófono, debido a la enfermedad repentina de un locutor. A partir de ese momento, comenzó su rápido ascenso.
Fue en Ensenada cuando el dueño de la radio le dijo a un productor de Tijuana que le buscara un nombre para poderlo lanzar en la radio. “Aquel señor, el Indio Malora, un locutor de Tijuana, se metía a mi cabina a verme trabajar y me decía ‘Tu actúa normal, sigue trabajando y no mires’. Yo lo tenía a mis espaldas, y sentía cómo nada más se me quedaba viendo. Yo pensaba: Inche viejo huevón, no hace nada. Se salía, prendía un cigarro, se ponía pensativo y regresaba a la cabina. El viernes se juntó con el dueño y le dijo: ‘Ya tengo el nombre artístico de este muchacho: Será el Mandril, el Rey Mandril, porque es muy astuto para contestar, es muy pícaro, es muy espontáneo’. Se estaba refiriendo a Rafiki, el mono de la película El Rey León, que en ese tiempo estaba muy de moda. Así me bautizaron como el Rey Mandril. Por cierto, yo no conocía a los mandriles. Cuando los vi, pensé: ¡No chingues! ¡Qué animal tan feo, con las nalgas rojas!”.
De Ensenada, el ahora Mandril inició su camino al norte, con una primera parada en la fronteriza ciudad de Tijuana, donde comenzó a trabajar en el show matutino de La Invasora y, poco después, un programa de televisión producido conjuntamente con el canal 12 de Televisa. Un día que cambiaría el curso de su historia ocurrió cuando el empresario y reconocido asesor de medios de comunicación Juan Carlos Hidalgo, visitó la estación y quedó impresionado por su estilo, así que lo invitó a comer, charlaron, Io felicitó por sus logros y le dijo que si algún día iba a Los Ángeles, lo buscara.
En el año 2002 el Mandril cruzó la frontera en San Diego con visa de turista, y dijo que iba a visitar una iglesia en Wilmington. «Yo ya tenía cuatro hijos y muchos problemas económicos, así que decidí irme a Estados Unidos. Crucé con visa de turista, pero iba a buscar trabajo. Y comencé la odisea de todos los que se van al Norte. Renté una habitación, y desde luego me puse como objetivo buscar a Juan Carlos Hidalgo. Me acuerdo que no tenía dinero ni siquiera para pagar una hora de Internet. Empeñé mi reloj para poder enviar un correo, y localicé a Juan Carlos. Nos quedamos de ver al día siguiente; pasó a recogerme a un sitio que nunca olvidaré, la avenida Pacific 110, y a partir de ese día cambió mi vida. Nos dirigimos a la radio y de inmediato me presentó, abrió el micrófono y comencé la mejor etapa de mi carrera”.

Indignación hispana
Fue posiblemente la sensibilización que le brindó el hecho de haber crecido en una situación muy difícil en Veracruz, y experimentar en carne propia la pobreza a su llegada a los Estados Unidos, lo que contribuyó a que el Mandril, junto con otros locutores de la época, formarán parte del movimiento por la defensa de los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos. En Los Ángeles, cerca de un millón de personas tomaron las calles. Muchas organizaciones participaron, pero el trabajo de varios locutores hispanos, incluso rivales, que hicieron de lado sus diferencias, fue el factor decisivo. Entre ellos estaba Ricardo Sánchez. Los organizadores de las protestas se habían aproximado a La Qué Buena 1055 FM con el Mandril, quien “el 5 de marzo hizo un llamado a otras personalidades radiofónicas del área. Sánchez les dijo en aquella ocasión: Si estamos pidiendo que la gente se una a una marcha, ¿por qué los locutores no ponemos el ejemplo y nos unimos a esta causa?”.
El 20 de marzo varios de ellos se dieron cita en el City Hall de Los Ángeles para demostrar su apoyo al rally. El Mandril fue vital para la movilización de grandes contingentes que protestaron contra la Iniciativa Sensenbrenner, la H.R. 4437, y por ello apareció el 1 de abril de 2006 en la primera plana de The New York Times, bajo un titular que rezaba: Live, From Burbank, Calif., Hispanic Indignation. «Corrí a un lugar donde venden café y en cuanto me vi, compré todos los periódicos. El cajero me preguntó: ¿Por qué los compras todos? , y yo le dije muy emocionado ¡Porque aquí salgo! Fue una época muy interesante. Sigo viviendo muy bien mi relación con ese sector, los inmigrantes hispanos; estoy unido con la gente. Me he encontrado con estaciones de radio en donde han dicho: “Aquí no ayudamos a la gente, aquí no es un hospital”. Pero lo que a mí me caracteriza es ayudar al prójimo, me interesa que la gente sepa que siempre hay alguien que se preocupa por ellos. Siempre me he sentido muy agradecido de que me reconozcan y me recuerden por esa labor”.
Mandril para llevar
A finales de ese mismo año, el Mandril dejó la KSCA y se mudó a KLAX, la famosa X, hoy llamada La Raza, donde empezó a subir en los ratings. Su show El vacilon del Mandril lo llevaría a convertirse, a los 47 años, en el locutor más escuchado de la radio en Los Ángeles en el horario matutino. Su línea no dejaba de sonar con felicitaciones, incluso una de alguien inesperado, el propio alcalde de L.A., Eric Garcetti, el alcalde más joven en más de un siglo, quien confesó ser fan del Mandril. “He conocido a mucha gente famosa de la radio y la televisión; algunos son más auténticos que otros. El Mandril es lo más genuino que se pueda uno imaginar. Me gusta mucho lo que hace”, comentó Garcetti. Más importante aún fue que el Mandril pudo recuperar, para la radio hispana, el primer lugar en Los Ángeles por primera vez después de cinco años, terminando en 2013 una mala racha para la radio en español. “Cuando se implementó el sistema de medición PPM, el valor de la radio en español se devaluó», comentó en 2013 Juan Carlos Hidalgo, vicepresidente de programación de la costa oeste de SBS, a la que pertenece la estación del Mandril. «De pronto, tuvimos un bache y nuestras radios bajaron pero nuevamente nuestras estaciones están tomando ese lugar”.
El Mandril recibió todo aquello con agradecimiento, pero sobre todo con una gran sencillez. “Que el mayor éxito de tu vida te llegue a esa edad, estar en el primer puesto de los programas radiofónicos, es muy especial; me deja sorprendido la forma como el público y el destino te van abriendo muchas cosas, me siento feliz porque tengo a mis cuatro hijos que trabajan conmigo; mi hija en la producción, otro hijo en promoción y mercadotecnia, y mi hija la menor en la fundación. Me siento muy bendecido, muy feliz y muy contento”.

La popularidad del Mandril lo ha llevado a ser reconocido en otros ámbitos, algunos muy peculiares, desde lo intrascendente hasta lo artístico. Recientemente uno de los restaurantes más visitados por las celebridades en la ciudad de Los Ángeles creó el mandrildog, un enorme hot dog en honor del locutor, que se prepara con cebolla frita, guacamole, lechuga, tomate, jalapeño y tocino. “Es mucho mejor que tener una estrella en Hollywood», comentó. Otros reconocimientos más serios llegaron por el medio del cine, ámbito en el que se ha convertido en actor de voz para El libro de la vida, del prestigiado director Guillermo del Toro, y en actor real en la serie de televisión Camelia la texana, una producción méxico-norteamericana.
“Llegué a la radio, a los Estados Unidos, con toda la sed del mundo. La sed que tenía de innovar. Empecé a hacer bromas, nada nuevo en ese medio, pero la gente quiere que detrás del micrófono haya alguien como ellos; hicimos bromas muy buenas que llegaron incluso a la portada de revistas como TvyNovelas, portada del año, en Furia Musical, en Estados Unidos, en fin…”. Pero quizá su mayor logro sea la Mandril Foundation, una sociedad de beneficencia que el propio Sánchez estableció en 2012 para brindar apoyo alimenticio, de salud — incluso más allá de las fronteras, cuando ayudó a las víctimas de un huracán en Manzanillo—, pero de manera muy especial, en la educación de los niños. “No hay atajos hacia un mejor mundo”, comentó el Mandril; «lo tendremos únicamente en la medida en que los niños y jóvenes sean cada vez mejores y más preparados que nosotros. “El trabajo que llevamos a cabo en materia cultural está encaminado, al igual que el social, a ayudar a las personas a ser mejores, a tener horizontes más amplios. Hemos procurado acercar nuestra ayuda a un nayor número de personas”.
La fundación complementa estas acciones con campañas para promover valores como la honestidad, el respeto, la generosidad y la responsabilidad. “Parte de mi sueldo está en esa labor”, explica el Mandril. “Ante la pregunta de cuál considero el mayor logro de mi carrera, creo que es ése: ayudar a la banda. Mi esposa es quien dirige la fundación; aparte de que es muy católica, es una persona muy derecha”.
Hoy en día , Ricardo trabaja en Radio Centro , donde es titular del show matutino y también programador, ayudado por un equipo de 17 personas y transmitiendo a más de treinta ciudades en Estados Unidos y otras tantas en México, lo cual es histórico. Tiene cinco hijos y cinco nietos. “Mi madre siempre quiso que sus hijos le llevaran mariachi. Pero nunca pudimos, porque no teníamos dinero. Ahora vivo gracias a la música y podría hacer su sueño realidad si estuviera viva”, dice. Pero posiblemente, la señora se sentiría más feliz de ver que su hijo pinta sonrisas y hace realidad el sueño de muchas personas, especialmente de quienes viven la difícil situación que pasaron cuando eran niños. El Mandril sabe que ése seguirá siendo una misión importante en su vida. “La radio siempre va a existir, porque como dice mi manager, Fernando Schiantarelli, mientras haya pobreza, mientras haya trabajo duro y soledad, ahí estará la radio”.
Mariza y personal de radio notas gracias por este reportaje Dios los bendiga siempre MANDRIL