«Al final de cuentas, mi vida ha estado llena de inquietudes, y la música, desde el principio, fue una de ellas. «
Gabriel Escamilla es una de las personalidades de la radio que ha sabido conquistar la estima y el afecto del público, incluso ahora, trabajando no detrás de un micrófono, pero sí cerca de las cabinas, produciendo, dirigiendo y reconociendo el nuevo talento donde quiera que éste surja. Si algo lo ha distinguido es su inagotable curiosidad y amplitud de miras para emprender nuevos proyectos. En su paso por la locución, la música, el teatro, la televisión, la promoción deportiva y la producción, ha canalizado su infatigable entusiasmo y energía sobre todo a la gente, quienes, en sus propias palabras, han sido sus verdaderos maestros.
Gabriel Escamilla nació en Huauchinango, Puebla. Fue el último de cuatro hermanos y, como él mismo explica, por decirlo de una forma «llegó tarde»: todos le llevaban muchos años. Ese relativo aislamiento influyó mucho para que pasara su niñez entre libros. «Crecí prácticamente solo, sólo conviviendo con mi madre que fue la que me dio toda la formación. Así, en vez de salirme a jugar, a convivir, o tener novia, mi vida era leer los libros que había en la casa y los que nos llevaba mi papá. Sin proponérmelo, esta formación me sirvió mucho cuando llegó la etapa de la locución». Ya desde chico Gabriel mostró qué tan variados podían ser sus intereses. Además de los libros, le encantaba la música —tocaba la guitarra y el teclado— , la magia —hacía trucos con monedas y cartas para pequeños públicos— , la computación y la oratoria. «Siempre me gustó ser orador. En la escuela primaria y secundaria me elegían para recitar la efemérides, los homenajes a la bandera, el saludo a las generaciones cuando terminaba el año escolar. Creo que de ahí nació mi amor por hablar detrás de un micrófono».

Pero a diferencia de otros colegas, la locución no fue una opción clara desde el Inicio. «De niño nunca supe si iba a ser paracaidista, astronauta o bombero. Tampoco me llamaba particularmente la atención la radio. Claro, me gustaban las estaciones de la ciudad de México que oía mi hermano Laurentino. Crecí con canciones de Patrick Hernández y Earth, Wind & Ere». Llegado el momento, Gabriel decidió estudiar la licenciatura en computación, aunque incluso entonces no estaba aún muy seguro de que ése fuera el perfil que tomaría su vida profesional. Con todo, su etapa de estudiante universitario le dio la oportunidad de acercarse por primera vez, de manera más comprometida, si bien algo informal, a la música y la gente. «Empecé a tocar la guitarra en los camiones para poder pagar mis estudios universitarios. iLa primera vez que nos subimos éramos doce! La rondalla completa. Queríamos comprar uniformes porque parecíamos retratos, todos con pantalón azul y camisa blanca, como repartidores de pan de bolsa. Pero éramos tantos que, cuando hicimos la repartición, vimos que nos tocaban unos cinco pesos a cada quien, y decidimos separarnos. La verdad es que ganamos buen dinero».
Grupo ACIR
Cantar en los camiones fue también una gran escuela para Gabriel. «Me dio una gran soltura. Me quitó los nervios y me convirtió en alguien a quien dejó de preocuparle el qué dirán los demás». El primer acercamiento real con la locución fue nuevamente a través de su hermano Laurentino, que comenzó su carrera como cronista deportivo Y, cuando estaba al aire, le pedía a su hermano que lo escuchara y le diera su opinión. «Por estarlo analizando, retroalimentando, tijereteando, me empezó el gusto por la locución• Empecé a preguntarme cómo sería estar al aire, cómo serían las cabinas, cómo sería conocer a tantas personas y que todo mundo te reconociera. Porque yo entonces todavía pensaba», añade Gabriel con una sonrisa, «que ser locutor significaba que ibas a ser muy guapo, muy rico y con muchas mujeres».
Verdad o mentira, pronto lo descubriría, porque al poco tiempo llegó el primer empleo en la locución, en el Grupo ACIR Puebla, cuando él todavía estudiaba computación y escuchó en la radio una convocatoria para reclutar nuevo talento: Si te gusta ser el alma de las fiestas, si te gusta imitar voces, si te gusta entretener a las personas, ésta es tu oportunidad de sumarte al grupo de locutores del grupo ACIR’ No lo pensó dos veces. Se inscribió en el curso de cuatro semanas, con la emoción de estar, ahora sí, en una cabina de radio. De 350 personas, el grupo se fue reduciendo hasta que quedaron 25 y finalmente cuatro finalistas, entre los cuales no estaba Gabriel’ «Sin embargo», recuerda, «de esos cuatro, uno falló y a mí me dieron la oportunidad».

A partir de ahí se sucedieron rápido los cambios y comenzó el ascenso. En marzo 1991 ingresó como locutor suplente a ACIR Puebla, para después de un año pasar a Tremenda, en Corporación Mexicana de Radiodifusión. Exactamente un año más tarde llegaría a Televisa Radio, en 1994. Un par de meses después era director de la emisora «Fue algo muy rápido. No me esperaba tantos cambios en tan poco tiempo pero muy satisfactorio».
La Ke Buena y la explosion grupera
Al mando de los destinos de la Ke Buena, en Televisa Radio, Gabriel se convirtió en protagonista del movimiento de la música grupera que, en la segunda mitad de la década de los noventa, barrió como un huracán la ciudad de México y el resto del país. «Cuando descubrí el regional mexicano, me había contratado el señor Domingo Chávez Moreno para realizar un programa musical, «Estelares Disa», que llegaba a todo el país. Ahí es donde conocí la fuerza del regional mexicano. Tuve suerte porque estuve al lado de gente que me enseñó muchísimo. Toda mi vida en la radio ha sido, ante todo, aprender. Me tocó una generación con la que pude absorber muchos conocimientos».
«Según recuerdo, la primera estación en el DF que empezó a tocar música grupera fue Radio Uno; pero fue la Ke Buena la que , de forma completa y completamente dedicada, se volcó hacia este concepto. Las compañías de discos Melody y Fonovisa habían detectado una necesidad; tenían a muchos artistas en el género regional mexicano, pero no un escaparate donde mostrarlos, y fue entonces que pensaron en alguna de las estaciones de las cuales eran también dueños. Así crearon la Ke Buena, de la mano de Martín Fabián, que ya traía un éxito increíble en otras ciudades de la república», explica Escamilla.
El movimiento grupero por supuesto tenía antecedentes. «Esa música siempre había estado presente, desde gente como Rigo Tovar y sus bailes multitudinarios. Gracias a mi papá, crecí escuchando estaciones como La T Grande de Monterrey y La Q Mexicana. Ya se veía que había un movimiento muy importante en provincia. En Monterrey empezaron a formarse agrupaciones como Lorenzo de Monteclaro, Ramón Ayala, que de pronto empezaron a brincar fronteras porque los medios de comunicación así lo permitían. En mi época como locutor en Puebla me tocó vivir el inicio de Los Temerarios, Bronco. Fue la llegada del concepto de la Ke Buena a la ciudad de México, con Martín Fabian y su equipo, lo que detonó este género en el centro del país. Fue una época dorada. La gente necesitaba verse reflejada a través de la música; quería encontrar en ella lo que realmente vivía, lo que sentía; y vio, en estos grupos, un lugar dónde dar rienda suelta a sus emociones».
Los Animales
Siempre a la busca de nuevas estrategias y modos de llegar a la gente, en 2008 Gabriel inició un proyecto musical de la Ke Buena, «Los Animales». Respecto a sus orígenes, él mismo explica: «Cuando organizábamos eventos, hacíamos magia en el escenario, hicimos una rondalla grupera con vocalistas de varias bandas, y después sketches en el estadio Azteca. Cada evento era una oportunidad para intentar dar algo más. Ya habíamos agotado todos los recursos, ya nos habíamos disfrazado, ya habíamos actuado, ¿qué nos faltaba? Cantar». Así se reunieron el «Tigre», el «Coyote», el «Pollo», el «Gato», el «Burro», la «Paloma», el «Pato», el «Ratón» y el «Charal» (el propio Gabriel), todos ellos comentaristas y locutores de la estación. A pesar de la variedad de especies, fueron un éxito y el grupo se constituyó en una de las andanzas más memorables de este locutor. «He estado en radio y la televisión, he hecho teatro, he cantado en espacios Pequeños, como teatros del pueblo, hasta el Azteca, pero lo que más me ha llenado es cantar», comenta. Los Animales grabaron varias canciones y videos, y llegaron a Presentarse en el estadio Azteca, ante un público que los recibió con sorprendente nivel de aceptación.
«Al final de cuentas, mi vida ha estado llena de inquietudes, y la música, desde el principio, fue una de ellas», comenta Gabriel con un especial gusto al recordar al famoso zoológico musical de la Ke Buena. «Los Animales nos hizo vivir ese sueño; hicimos giras, incluso nos abrieron las puertas estaciones de radio de la competencia, lo cual en un medio tan competido como la radio, fue algo inusitado».

De forma paralela, incursionó también en la poesía grabada, siguiendo la tradición de muchos artistas latinoamericanos como Facundo Cabral, Manuel Bernal o Arturo Benavides. «Chencho García, un gran amigo, me dio la oportunidad de grabar unos discos de poemas que se vendieron muy bien. A mí me daba gusto que la gente que me dijera que mis reflexiones eran para ellos un alivio en tiempos de depresión, o cuando tenían un problema personal. Más allá del éxito de las grabaciones, me quedó claro que si yo podía provocar un cambio en la vida de una sola persona, ése era suficiente motivo para agradecer a Dios». La primera grabación se tituló Memorias de mi vida, a la que siguió un Volumen 2; luego vino Reflexiones, uno de poemas con Los Temerarios y otro con Los Acosta.
Lecciones de vida
Claramente, la mayor recompensa para Gabriel Escamilla han sido las lecciones de humanidad que le ha brindado la gente sencilla, experiencias que dejaron una profunda huella en su carácter. «Todos los días trato de ser humilde, cortés, positivo; trato de dar o mejor de mí, precisamente por las enseñanzas que me han dado los radioescuchas. Llega un momento en que la gente empieza a ver al locutor como un amigo, como un confidente, y tal vez ayuda el hecho de que no nos conocen en persona. Recuerdo que cuando trabajaba en Puebla, me tocó el turno de doce de la noche a seis de la mañana, y yo tenía los problemas propios de la edad. Llegaba a mi turno y me ponía a llorar. Una persona me hablaba todas las noches y me decía que yo era incre131e. Un día me dijo:
Quiero confesarle algo: Me detectaron cáncer y el doctor me dio tres meses de vida. Estoy en una depresión tremenda, pero al escucharlo a usted, con su alegría y sus ganas de vivir, me siento mejor. No duermo por quedarme a oírlo a usted de doce a seis». En ese instante en que yo estaba en la depresión de la novia, comprendí muchas cosas y me dije a mí mismo que cómo era posible que una persona en esa situación tuviera más ánimo y energía que yo. Ella fue un espíritu increíble que recuerdo a menudo».
«Hubo otra niña, Brianda, del DF, a la que también recuerdo con frecuencia. Estaba muy enferma y su último deseo era escucharme. Quería que le hablara por teléfono. Fui a su casa. Nos hicimos cercanos, hasta que murió. Son historias que me han tocado. La gente quiere una motivación, un aliento, un poco de ánimo, y al final, el que termina motivado y enriquecido es uno mismo».
Una radio de respeto
Hoy en día, Gabriel Escamilla, lejos del micrófono, aplica sus conocimientos en Grupo Radio Centro y Grupo Radio México como asesor, realiza varias tareas directivas y organiza eventos, mejora la programación y crea nuevos conceptos en promoción. «En este momento trato de aportar todo lo que he aprendido en más de veinte años en la radio. Mucha gente me pregunta cuándo voy a regresar al aire; me mandan correos, me hacen llamadas; me siento bien con mi trabajo, pero todo eso me empuja a regresar a la locución. No sé cuándo lo haga, porque ahora las responsabilidades son mayúsculas, pero la gente ha sido maravillosa conmigo. Entre más importante es la posición que Dios te da en la vida, más es el compromiso de estar cerca de la gente que te hace estar
Gabriel Escamilla también mantiene un proyecto empresarial paralelo de promoción a la salud y el deporte llamado Zumba, y todavía encuentra tiempo para ofrecer, a manera de servicio social, sesiones multitudinarias gratuitas de zumba cada domingo en la delegación Venustiano Carranza y en Ciudad Neza.

Perteneciente a una generación educada en el trabajo y el respeto, Gabriel reflexiona sobre el futuro de la locución: «Uno de mis trabajos en Grupo Radio Centro es localizar nuevo talento. Hace doce años, durante mi primera gira por la república mexicana, encontré profesionales de la radio tan buenos a quienes, no me da pena decirlo, les copié muchas cosas y las apliqué en mi trabajo. Ahora, en mi segunda gira en busca de talento, me veo ante la desagradable sorpresa de que imperan, más que en ninguna otra época, las groserías, el albur, el doble sentido y la falta de respeto entre los locutores. Nuestro valores están deprimidos. Creo que es una lástima que la radio se esté ocupando para la mofa y para emitir groserías cada diez minutos. Es lamentable que la mayoría de los locutores que en este momento gozan de gran popularidad sean aquéllos que usan el poder de la palabra para estas situaciones tan vergonzosas, sólo en busca de un alto rating. Qué lástima que estemos en ese momento»
Y describe con gran pasión su ideal de la radio: «Como locutor, debes luchar por arrancarle a alguien la sonrisa, por ponerlo a reflexionar, incluso hacerlo llorar. Esos son los locutores que a mí me mueven y entre los que me quiero seguir contando. Contra quienes utilizan el micrófono para abusar del poder de la palabra, tengo la ilusión de que lograremos construir una radio de respeto, una radio familiar, que promueva una comunicación más propositiva, de interés para las personas; que abone nuestra realidad. En pocas palabras , una radio que dé esperanza y alegría; una radio que nos haga a todos mejores personas».